Raúl Iturra
Fue una llegada maravillosa. Nunca la olvidaré. Duramos juntos pocos días en casa de Gonzalo y Consuelo. Ellos partieron a Sussex, yo, a Cambridge. Nuestra vida sin extraños, comenzaba. Mariana, nada tonta, comenzó por salir a la calle en Sussex, en busca de empleo, con los hijos de la mano, o, más bien, con Panchito de la mano y Daniela, un bebé, en su coche de guagua[24]. Salió a conocer la ciudad y a buscar trabajo, sabía que el sitio de Visiting Professor iba a durar sólo seis meses. Y, sin miedo ninguno, se fue presentando en todos los lugares donde había un letrero que decía Vacancy, que en Castellano sería: Puesto de Trabajo Vacante. Y comenzó por limpiar el suelo de una librería, pero los propietarios en breve se dieron cuenta de que era una señora: hablaba bien inglés, se vestía con ropas elegantes, que sabía de autores al clasificar el stock de la librería por ciencias y le ofrecieron el puesto de secretaria. Y comenzó a vender libros y, más tarde, era ella quien abría y cerraba la librería, en la ciudad de Brighton, donde está la Universidad de Sussex. Pancho no tenía ánimo, sufría de grande depresión por todo lo perdido, por lo cual, nos quedamos en casa de ellos mucho tiempo. Pancho se animó y compró lo que llamábamos "El Negro Morris", es decir, un automóvil Morris, pintado de negro, de los tiempos de la guerra. Era en ese auto que nos íbamos a la Biblioteca de Sussex para leer y estudiar.
Un día, estábamos en la Biblioteca, muy silenciosa como todas las de Gran Bretaña, y yo, sin querer, me tiré un peo.[25] ¡Se me escapó! ¡Mi compadre se reía sin querer, pero no se cansaba de reír!. Con todo, muy británico yo, ni pestañeé y continué como si nada hubiera pasado. Pero fue la mejor broma del año entre los amigos chilenos.
Este es el ambiente en que crecieran nuestras camelias, a reír y ser amigas de los otros. Nosotros éramos extraños, pero supimos adaptarnos a la cultura local. Había que trabajar para ganar la vida.
Las formas de trabajo eran diferentes entre todas las personas. En nuestras casas, parecía no haber muchos problemas. El hecho de quedarnos en el hogar de la familia Vio Giacaman, era porque presentíamos la necesidad de apoyarnos y, durante un tiempo, estábamos calmos e as nos divertir. Era necesario habituarse a otra cultura y, para los Vio, aprender inglés, conocido por nosotros, cuando los Iturra González éramos solo tres, durante nuestra estadía en Edimburgo, en los años 60. Fueron unas vacaciones colectivas. Excepto Mariana, que ya trabajaba en su librería, pero que en las tardes se juntaba a nosotros para pasear al pié del mar, o ir a la playa de Brighton, llenas de piedras. Hasta mi delegado orientador de tesis, ya amigos nuestros, Milan y Jarka Stuchlik y sus hijos, se juntaran a nosotros durante un fin de semana prolongado, no para trabajar, para divertirse también. Era evidente, sin embargo, que al estar todos juntos, Pacho, Milán y yo, hablábamos de trabajo, de teoría. Sin embargo de lo que más hablábamos era de lo que había acontecido en Chile en los años 70, ese 11 de Septiembre de 1973, que nos había colocado a todos fuera de Chile. Nosotros, por la segunda vez, como los Stuchlik, huidos de la invadida Checoslovaquia, su país natural, para Chile, por la hoy desparecida Unión Soviética. Milán, decía normalmente estar cansado ya de andar de país en país por causa del comunismo colonizador. Pancho y yo, aún con nuestros ideales socialistas más vivos que nunca, exasperados por el exilio y la vida pobre que llevábamos, acostumbrados como estábamos a una holgura desparecida con el exilio, replicábamos ardientemente que no era sí, que de cierto la Unión Soviética estaba a hacer un bien a los pueblos que la formaban. Ellos no callaban y contaban historias trágicas sobre la invasión de países independientes, resultado de la repartición del mundo europeo y asiático entre las potencias vencedoras. La invasión era o de ocupación con tropas, como es relatado en los libros de Historia, o de ocupación industrial, como aconteció con el Japón e Italia, bajo las manos de la República Norteamericana, los Estados Unidos. El futuro daría razón a Milán, al caer, como he referido en otros textos míos, el muro de Berlín y quedar no sólo Alemania reunificada, bien como el mundo todo bajo el poder de las industrias y del gobierno Norteamericanos. Excepto que Alemania rápidamente recuperó su autonomía y su industria creció sin inversiones de los industriales norteamericanos.[26]
Nuestros hijos iban aprendiendo sobre la vida, de la peor forma posible: Golpe de Estado, subyugación comercial, cárcel, represalia y tortura en campo de concentración, carencia de un país propio y otras ideas, que hacían temblar a sus padres, en consecuencia también a sus hijos. No querían más saber lo que había pasado con los papás, apenas querían divertirse y tener el placer, nunca antes visto o sentido, de los papás estar siempre con ellos. Por lo que, decidimos los adultos, que enfrente de los niños nunca más se hablaría de nuestras torturas éticas, sicológicas, físicas y económicos. La lucha no era por la vida, era por la sobre vivencia. Fue necesario presentar un rostro alegre y calmo enfrente de ellos.
No en vano ya estaba a orientar mi saber por el saber de analistas, para criar hijos. No resisto poner dentro del texto, lo que opina una de mis santas analistas, Alice Miller, que uso mucho en mi proceso de enseñanza y aprendizaje, concepto definido por mí, en un texto mío, de nuestra Revista Educação, Sociedade e Culturas. Es dicho sobre ella, en un comentario del libro, lo siguiente: Alice Miller, nos descubre la raíz de muchos de nuestros males, originados durante la infancia y, en particular, analiza las enseñanzas que recibimos a tan temprana edad. En efecto, los adultos sofocan prematuramente los conocimientos de niño adquiere por si mismo, con el fin de impedirle, a su vez, la educación transmitida por otro adulto. Así mutilado, el niño difícilmente accede con naturalidad a la madurez. Más aún, los obstáculos al desarrollo de su saber le lleva a creer que el mundo está construido de muros y alambradas. En adulto, aprende también que debe parapetarse tras un cúmulo de prejuicios. Miller explica como podemos recuperar ese "saber proscrito" que sigue vivo, aunque reprimido en cada uno de nosotros[27].
Estas ideas causaran en nosotros un problema de cómo educar a nuestros hijos, sin negar la realidad de sus padres, que estaban a sufrir. Los niños, como he dicho en otros textos, tienen el derecho a saber lo que aflige a sus adultos, no vayan ellos a pensar que el problema es causado por ellos a sus padres. Camila y Daniela eran muy pequeñas para entender, pero, como sabemos ahora, sentían. La emotividad de los niños es grande y, como no tienen conceptos aún para entender la tristeza, el mundo está muy centrado sobre ellos, toda tristeza de los padres no explicada, puede causar una herida sicológica en la infancia y en su vida adulta. Panchito y Eugenia eran mayores y entendían mejor, pero no lo suficiente para todo ser explicado en palabras: entre los niños de corta edad, hay una falta de racionalidad para entender lo que las palabras significan, especialmente cuando son palabras dichas en otra lengua, en otro idioma. Las palabras de los niños son pocas, todas referidas al ambiente que los rodea, a su familia y al hogar. Sin embargo, como Alice Miller dice en uno de los textos escritos para su proyecto The Natural Child[28], que tengo el placer de compartir con ella, es lo siguiente: Of course we do not arrive in this world as a clean slate. Every new baby comes with a history of its own, the history of the nine months between conception and birth. In addition, children have the genetic blueprint they inherit from their parents. These factors may determine what kind of a temperament a child will have, what inclinations, gifts, pre-dispositions. But character depends crucially upon whether a person is given love, protection, tenderness and understanding in the early formative years or exposed to rejection, coldness, indifference, cruelty. The number of children committing murders is on the increase, and very many of them were born to adolescent, drug-dependent mothers. Extreme neglect, lack of attachment, and traumatization are the rule in such cases.[29] En uno de sus textos[30], también escribe que los niños reflejan el tratamiento que ellos reciben, ese pecado que no queríamos cometer, ni da castigar, ni de someterlos a tratamientos bien distantes de su hábitat natural, donde, de hecho ya estaban. Sentíamos la culpa que todo padre rebelde siente cuando los hijos pagan el precio de sus opciones. Nosotros cuatro habíamos nacido en familias burguesas, un poco "tirada" para las familias antiguas o fundadores de Chile, como está referido en el libro que tengo conmigo y en la net.[31]
Esa frase de Alice Miller, llamó nuestra atención. Con Eugenia y Panchito, éramos estrictos. Asistían a la escuela y era necesario que estudiaran más en casa para llegar al nivel de los nativos de Gran Bretaña, que habían aprendido desde su nacimiento, la lengua, las costumbres, las formas de aproximarse a las personas, la distancia social, y, especialmente, la forma individual y autónoma de ser. Para nosotros, chilenos más o menos castizos, era difícil enseñar el arte del comercio y de la interacción. Digo más o menos castizos, porque yo era hijo de madre española, siendo sus hijos la primera generación en Chile, y nuestro padre, como he dicho en varios textos, nacido en Chile, pero criado dentro de un clan endogámico de Vascos, los matrimonios eran apenas dentro de la familia. Es el motivo por el cual al matrimonio de nuestros padres, nadie de la familia Iturra fue: era un descendiente rebelde, porque su obligación era casar con su prima directa Ema Iturra Leal, sobrina de la madre de nuestro padre Blanca Merino Leal después mujer del Abogado y profesor universitario, Carlos Spoken, como nos fue narrado por nuestros tíos, hermanos de Ema, Arturo y Elena Iturra Leal. Y mi mujer, por acaso nacida en Chile, pero nieta de franceses e hija de un chileno francés y de una chilena-peruana. Son las marcas de las generaciones que, si no son cultivadas y no se refieren a la generación descendiente, no pueden explicar sus comportamientos.
Estas historias me hacen recordar, más una vez, lo que dice Alice Miller: Children should not be the scapegoats of adults' painful experiences.[32] Es decir, los niños no pueden ser responsabilizados de los sufrimientos de sus padres adultos. Hay también una frase en Castellano, que refiere mejor lo que quiero decir: los niños no pueden ser culpabilizados por nuestras tristezas. Fue lo que todos nosotros hicimos, por una parte, ocultar los males causados por la pérdida de la Patria amada, por la pérdida de nuestra tentativa de ser socialistas en un Chile donde pudiéramos ser todos iguales. Era lo que los Vio, los Tapia y nosotros, tentamos hacer, lo que era bien difícil. Como el caso de nuestro padre: nadie de su familia fue al matrimonio, su mejor acto de vida, porque no había cumplido las normas de su clan Vasco. La otra alternativa que también usamos, fue de dos tipos: había los que se iban a países latinos, como los Vio, que rápidamente se fueron a Venezuela e hicieran allá lo que en la vía chilena al socialismo, no había sido posible; o, lo que hicimos nosotros, incorporar a nuestras hijas en las manifestaciones de ayuda a los chilenos en el país. Todos los fines de semana, con o sin nieve, abríamos una mesa en el Mercado de Cambridge, donde nuestras hijas, con nosotros y otros chilenos, vendían artículos de los denominados prisioneros de guerra de Chile, los que estaban en prisión por un crimen definido por la dictadura: Traición a la Patria... Un crimen nuevo, legislado apenas para tiempos de guerra de Chile con países fronterizos. Las niñas adoraban vender, recibir el dinero y dar el vuelto y aprendieron con nosotros las ideas de cómo explicar lo que había acontecido en Chile de Allende y lo que era el Chile de la dictadura. Era un amor ver a Eugenia, en su espléndido inglés, explicar a las personas lo que ella entendía del Chile bajo dictadura. Además, pasaron a ser las mascotas del ballet de danzas chilenas, organizado por la bailarina, mujer del Embajador de Allende en Londres, Álvaro Bunster, la linda señora Raquel Parot de Bunster. En ese bailado de danzas chilenas, causábamos sensación: mi papel era hacer el discurso inicial del Chile de Allende, y después las danzas, en las que mi mujer y todos los hombres y mujeres adultos chilenos en Cambridge, participaban, excepto los que habían preferido retirarse de esas actividades y ser parte de los británicos.
Mascotas nuestras hijas, digo, porque Eugenia en sus 8 años, sabía danzar la cueca[33]. No resisto poner en el texto la definición de la Cueca"CUECA": Danza popular de Chile, considerada un patrimonio nacional.
El origen de esta danza tiene varias explicaciones y una de las difundidas es la forma simplificada de que sus movimientos imitan el enamorar entre un gallo e una gallina, siendo la mujer la que adquiere una conducta defensiva.
Existen varios tipos de "CUECA" separados por región (geográfica): Cueca Nortina (Norte), Cueca Chora (Centro), Cueca Huasa (Centro), Cueca Campesina (Centro), Cueca Sureña o Chilota (Sur)
Las diferencias están en las vestimentas usadas, en la personalidad y en las actitudes de los bailarines, durante la danza. La cueca huasa es la más difundida en Chile y fuera del País. Esta cueca representa la región central do Chile, el huaso[34] y la huasa representan a los os "dueños" de la hacienda, danzan con ropas de montar a caballo, ropas extremamente elegantes y caras, que solo personas con dinero, pueden costear. La cueca campesina es danzada también en el centro de Chile y representa a los "empleados rurales" de la hacienda, con ropas más simples, pero con más picardía en la danza, de forma seductora él, de forma inocente, ella, en cuanto bailan.[35].
Nuestras hijas eran las mascotas, decía yo, antes de desagregar el texto para hablar de nuestra danza nacional, porque una pequeña Camila de tres años, vestida de huasa, era una simpatía: dos pequeñas trenzas en su cabello dorado, un poco de color, o rouge, como se dice en Chile al lápiz de labio, que la hacía ver muy bonita y sonrosada. Bueno, sonrosada ya era, no precisaba de poner colores en su cara, como hacían todas las señoras. Era, su cara, naturalmente color de rosa, que teñía su color blanco y la hacía parecer como una pequeña alemana. Esos colores me llevaron a darle el apodo de "salchichera", es decir, ¡como si fuera una salchicha de Alemania! Todo el mundo la celebraba y la besaba y ella no gustaba. Nuestra hija Camila era muy esquiva a los cariños, excepto a los de sus papás. Tenía un alto concepto de sí, de autoestima, lo que a veces llevaba a sentir en nosotros, de que era nuestra hija preferida. Problema grave para los niños, por el orgullo que sienten y la rivalidad que aparece entre sus hermanos. Voy a recurrir otra vez a mi analista preferida, Alice Miller, dentro del texto, para que los padres de hijos "preferidos" puedan ver el daño que pueden causar entre sus hijos, especialmente, entre los "pensados" preferidos. Dice Alice Miller: "Tener un hijo no es un acontecimiento más en esta vida. Aunque dediquemos poco tiempo a reflexionar sobre la magnitud que adquiere el ser madre o padre en una persona, este es un enriquecedor espacio para tomar conciencia de su importancia y la responsabilidad que implica en nuestra existencia.
Los seres humanos trascendemos en la vida a través de nuestras obras y nuestra descendencia. Ambas "son" más allá de nosotros mismos, aunque muchas veces confundimos este concepto con un cierto deseo de proyección, pretendiendo que "sean" el vivo ejemplo de nuestros propios sueños.
Y aquí comenzamos a tomar conciencia del rol de la familia, la escuela y el contexto social en la formación de nuestros niños. Es vital reconocer que no nacemos sabiendo ser padres, que no existen escuelas que nos enseñen, ni recetas mágicas y como si fuera poco, tomamos como "natural" las formas que nos enseñaron a ser hijos. Muchas veces pretendemos que sean como nosotros, sin siquiera percibir que son seres únicos, especiales por si mismos, que nacieron en un tiempo-espacio absolutamente diferente al nuestro y que además, nos exigen a diario respuestas que jamás hubiéramos creído posibles pasaran por la cabecita de un nene de preescolar!
¿Qué les pasa a los chicos? ¿Cómo los educar? ¿Qué hacemos? ¿Quién nos enseña? ¡Auxilio! Pensamos asombrados, al ver a nuestros chicos tan distintos a nosotros y quedamos rememorando una infancia que es parte de nuestro pasado, donde los paradigmas eran totalmente diferentes y de un salto tendremos que adaptarnos a un mundo globalizado, ciencia y tecnología denotan transformaciones veloces y radicales transformaciones sociales.
¿Cómo pretender estar exentos de esta realidad? Imposible, ¿verdad? Por ende, solo nos compete aceptar lo que vivimos (hasta como un desafío, ¿por qué no?) Y comenzar un camino de formación, reflexión, y aprendizaje continuo ¡por que nunca dejamos de aprender!
COMENZAR POR EL PRINCIPIO: AUTOESTIMA
Auto: Se refiere al yo, a mí mismo, a mi persona.
Estima: Se refiere a la energía con que impregnamos el mundo de los afectos.
Autoestima: Se refiere a la energía afectiva con que me vinculo conmigo mismo.
La Autoestima que podemos tener acerca de nosotros puede ser positiva o negativa, de aceptación o rechazo. Es, podríamos decir, la base sobre la cual se desarrollarán nuestras experiencias de vida. Factor determinante en el crecimiento y procesos de enseñanza-aprendizaje.
Asimismo, algunos autores la definen como la percepción valorativa de mi ser, de mi manera de ser, de quien soy yo, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran mi personalidad.
La autoestima se aprende, fluctúa y la podemos mejorar. Desde muy pequeños empezamos a formarnos un concepto de como nos ven nuestros padres, maestros, compañeros y las experiencias que vamos adquiriendo. Se moldeando la emoción y el sentimiento hacia nuestra propia persona y los referentes más importantes generalmente suelen ser nuestros seres más cercanos y queridos, aquellos que nos devuelven una apreciación sobre quienes somos" [36].
La verdad sea dicha, no nacemos con el "instinto" de la paternidad. Es necesario aprender y ese aprendizaje es duro y, a veces, poco apropiado. Como puede parecer evidente a cualquier lector, los hijos preferidos pueden enaltecer su auto estima en detrimento de ellos propios, por lo que tuvimos que ser muy advertidos y cuidadosos para tener dos hijas preferidas, conforme su edad.
Mi hija preferida era Eugenia, hija única durante casi seis años, con una facilidad enorme para aprender idiomas a lo largo de tantos viajes que hicimos durante nuestra vida de familia pequeña. Aprendió primero el Castellano chileno, después el Inglés que se habla en Escocia, de alguna manera. E casa siempre hablábamos en Castellano, lo que no ayudaba a su aprender. Imitaba sonidos británicos, como ya relaté antes. Esa fija fue siempre transferida de un sitio para otro, desde que me recuerdo. La primera grande impresión que tuve con ella, fue el día de nacer. Esperaba un hijo y nació una hija. Habíamos discutido nombres, discutido no, debatido nombres con Gloria: si era hombre, era Raúl, si era mujer, Juanita, ¡adoraba ese nombre! Era el nombre que yo gustaba, pero mi mujer en sus celos, no quería el nombre porque yo había enamorado con Juanita Vial y pensaba que ese era el motivo para escoger el nombre. No era, pero, sentía que debía dar, por lo menos, esa voluntad a mi mujer, y retiré el nombre. Supe, en el día que nació el bebé, que quería que se llamara Eugenia. En su naturaleza reservada, Gloria nunca me quiso decir antes cual era el nombre que había escogido, en el caso que el bebé fuera mujer. Además, sabía que yo estaba empecinado en la idea de un niño y no quería rebatirme. Debo reconocer que mi mujer fue siempre muy recatada, querida y serena. Sabía decir las palabras ciertas, en la hora cierta. Muy diferente a mí. Yo contaba todo lo mío, desde que era pequeño. También, como Eugenia, hijo único durante casi cinco años, mimado por los papás, los abuelos y los hijos del segundo matrimonio del padre de nuestra madre, hacía las delicias de todos ellos con mi afán de contar historias, que nunca sabían, en verdad, si eran verdaderas o inventadas. Debo decir que yo no lo sabía también. En mis 11 años de edad, debía ir a buscar a mis hermanas al su Colegio de Santiago, las Madres Francesas de Santa María de Servellon, donde hacía las delicias de las mamás que estaban a la espera de sus hijas, cuando les contaba la película que había visto el fin de semana. Nuestra familia alargada era propietaria de mucho cines en Santiago de Chile y tenía entrada libre a los de la familia y a los de sus colegas en la empresa fílmica. Talvez, debería decir en las empresas de cinema, porque fílmica era para hacer cine, en cuanto que cinema, es para proyectarlo. Un famoso tío nuestro, muy tacaño, hijo de un hermano de nuestra abuela materna, Luis Carretero - nuestra madre era Redondo Carretero-, solo si él nos permitía ir al cine que administraba para su padre, nuestro tío abuelo Casto Carretero Grajera-Molano, de Montijo, España todos ellos, vecinos y amigos de Eugenia de Montijo, esa señora que se casó un día con uno de los mayores traidores del mundo, Luis Napoleón Bonaparte- solo nos permitía, decía, ir en las mañanas, cuando estaba a organizar la exhibición de la película que exhibía, porque, como éramos tantos sobrinos jóvenes, el pensaba que perdía dinero si nos dejaba entrar en horas de exhibición normal. Nuestro otro tío, José Vale, casado con la hermana de Luis, Consuelo Carretero del Mudo, nos dejaba entrar y salir tanto cuanto quisiéramos. Fue cuando vi, por la primera vez, el filme ¡Viva Zapata!, con Marlon Brandon. Mis sentimientos socialistas parece que ya estaban ahí, porque, en 1853, con mis 12 años de edad. Cuando Zapata es fusilado y pierde la batalla para libertar a su pueblo de la opresión de los latifundistas y de las cargas de impuesto que la Dictadura del ultraderechista y propietario feudal Porfirio Días, había hecho caer sobre el pueblo, fue necesario retirarme del cine, porque lloraba de rabia por la injusticia cometida sobre personas que yo conocía muy bien, al ser hijo, nieto, bisnieto y así para arriba, de latifundistas chilenos. He visto el filme muchas veces, o la "peli", como hoy en día se dice en Castellano: en cuanto más corto se hable, mejor. Emiliano Zapata, en la realidad fue un líder importante en la llamada Revolução Mexicana de 1910 contra la ditadura de Porfirio Díaz. Considerado uno de los héroes nacionales mexicanos, Zapata es también la inspiración para el movimento zapatista, iniciado en el estado de Chiapas.[37]. Traduzco parte del texto al castellano, para no perder las ligaciones del texto citado. Bueno, el día siguiente, no sólo conté la historia a las señoras, bien como la actué y lloré. Gané un convite, para disgusto de mis hermanas, a tomar el té en casa de una de esas mamás. Mi mente inquisitorial era desarrollada por leer muchos libros, pasar horas en el cine y oír todas las comedias de radio que era capaz, en los tiempos que no había televisión.
Eugenia debe haber heredado esa condición de preguntar al mundo cómo es y cómo todo acontece, de esa mi curiosidad. El deseo de defender al pueblo, me llevó a ser Abogado primero, pero, insatisfecho con la injusticia de la ley, me hice Antropólogo, especializado en sicología de la infancia. Como Eugenia, sicóloga clínica, que analiza niños, especialmente expatriados, para entender su mente cultural, ese concepto creado por mí hace ya muchos años. Pero no es por causa del papá pensar como piensa, que ella hoy en día sea una buena madre y una excelente analista.
Volviendo a Gloria, ella tenía lo que en Chile denominamos antojo[38]. El primero fue querer pasar su embarazo en la casa de la mamá, en Santiago de Chile, donde, cada día, debía ir a comprar medio kilos de almendras, que era su único sustento. Después, pasó a las naranjas, lo que era bien mejor, eran más... ¡baratas!. El Domingo 23 de Junio de 1969, fue el día de ir los dos solos a pasear por nuestra querida y aventurera Avenida Perú, a la orilla del mar, con mi mujer inmensamente gorda. Con su gravidez, había ganado quince kilos de peso, que se fue todo en agua. Al nacer Eugenia, pesaba apenas tres kilos y seiscientos gramos, era un bebé pequeño, y pequeña de cuerpo es como quedó, como su madre, mi mujer, y la madre de mi mujer, Doña Amanda Castillo Serrano de González. Esa fiel mujer, tierna y dulce cuando estaba de buen humor, la mayor parte del tiempo diría yo, pero dura y altiva cuando la historia no andaba como a ella le gustaba. Una mujer calma y sin ansiedad, viuda muy joven pero, tan amante de su marido, el General del Aire Raoul González Nolle de Montjeville que está referido en todas las entradas del sitio citado en esta página[39] y en las páginas web referidas en la misma nota.
Eugenia nunca conoció ese abuelo, que falleció muy joven, por causa del corazón. Pero no se olvida de él. Su madre, mi mujer, ha hecho un culto de la memoria de su padre y la casa de Cambridge está, hoy en día, llena de fotos del General, co-fundador de la Fuerza Aérea de Chile, ese abuelo famoso de nuestras hijas. Ese abuelo que, por orden presidencial y como Ayudante de Campo por el ramo de la Fuerza Aérea, del Presidente Radical Pedro Aguirre Cerda, y más tarde del otros Presidente Radical Juan Antonio Ríos, fue a Alemania con el General en Jefe de la Fuerza aérea de esos días, para comprar aviones para el Estado de Chile. Tuvo la suerte de volar en el famoso Graaf Zepellin, esa arma de combate creada en los tiempos de Hitler y en el cual Chile estaba interesado. La historia de la fuerza aérea de Chile es singular[40]. Nació de una división del Ejército, en donde una parte de los generales, querían adquirir aviones para el Ejército, otra parte quería abrir, como en todos los países ya existía, una nueva fuerza de armas, independiente del ejército, autónoma y dependiente solo del Presidente de la República, como está mandado en las Constituciones de 1833 y de 1925, que definen que la Soberanía de la Nación está depositada en la persona del Presidente de la República. Como Edecán Aéreo de dos Presidentes, mi suegro estuvo en las Embajadas de Alemania[41], Inglaterra y de los Estados Unidos, para captar ideas para su querida fuerza aérea. La Historia de la fuerza aérea está contenida en el discurso del actual General en Jefe, que abre su discurso con palabras históricas: Corría el año 1929 y el Presidente de la República de la época, don Carlos Ibáñez del Campo, manifestaba su preocupación por la difícil comunicación con la zona austral del país. El entonces Comandante Arturo Merino Benítez le contestó con entusiasmo: ¡PRESIDENTE, YO TENGO UN CAMINO CONSTRUIDO: EL DE LOS CIELOS DE CHILE!
Su afirmación tenía buen fundamento. Ya existían los primeros caminos aéreos en los cielos nortinos y nuestro fundador los visualizaba como la solución más lógica y moderna para comunicar a todo el territorio nacional.
El tiempo le dio la razón y a través de estos 75 años, nuestros antecesores hicieron... [42]
Como decía, este es el abuelo que Eugenia, como Camila, nunca conocieron, pero es de quién mas saben, por ese culto de la mamá para su padre, que aún adora. La casa toda está llena de recuerdos del General, a quién correspondía, como he narrado en otro texto, en la Editora en estos momentos, ser General en Jefe de la Fuerza Aérea, por su Antigüedad y su brillante carrera, pero el tercer Presidente Radical, referido por mí en ese otro texto, como el "traidor", a pesar del apoyo dado a él por el ya General del Aire González Nolle, lo llamó a retiro y acabó con la carrera brillante de ese abuelo de nuestras hijas. Fue uno de los motivos por lo que el murió a los cincuenta y tres años de edad, en la gran casa que vivían en la Avenida de Providencia, la base de la aristocracia y alta burguesía de Chile en esos tiempos. La madre de mi mujer, esa Abuela de nuestras hijas Amanda, guardó luto hasta el día de su muerte, a los casi noventa y tres años de edad. Ella había amado a ese hombre profundamente, él había hecho de ella una Señora elegante y muy bien vestida y, como era tan linda como su hija, mi mujer, y nuestras hijas, sus nietas, con porte y señorío, con calma e serenidad, como debe ser una Señora en mi entender y en el entender de los hombres de mi familia y de la familia de Gloria. En esos tiempos, uno de los hermanos del General, el tío Higinio González Nolle, era cónsul de Chile en París, como está referido en la página web, que cito en nota de pié de página[43] . Tuvo que hacer de padre de mi mujer y de su hermana. Era ya Agregado Cultural en la Embajada Chilena de Alemania, a donde llevó a su cuñada y a sus sobrinas, por casi más de un año. él fue el padrino de bodas de mi mujer, al levarla del brazo al altar de la Iglesia de Apoquindo donde nos casamos, antes de ser restaurada. Fue él quien me entregara a mi novia de la vida toda. El día que prometí lealtad y cuidarla siempre, en la alegría y en la enfermedad, que, de alguna manera, pienso he hecho, con los altos y bajos de padres que, siempre bajo el mismo techo, no se entienden siempre muy bien. Especialmente si uno de ellos, en este caso yo, dedica mucho de su tiempo a su investigación, vida académica, escribir y vivir en aldeas, donde analiza niños, y tiene también la muy inmerecida reputación de ser mujeriego y tener amantes en secreto. No sé si hay Dios o no, pero vamos usar la metáfora cristiana y lo vamos tomar por testigo: la única mujer que he tenido en mi vida, es la madre de mis hijas y la abuela de mis nietos. Por causa de que nadie lo creía, fue necesário es que tuve que estar un tiempo distante. Esto causó en mí una gran depresión, que curé en Portugal, con un sicoanalices de diez años.
Los hombres chilenos tenemos esa fama, muchas veces no-merecida, de que no gustamos sólo de nuestra mujer, bien como buscamos relaciones fuera de casa. Idea barata y dañina, que llevó a mi mujer a una depresión, a la anorexia de otra, y tuvimos que vivir como padres separados dentro de la misma casa, para las hijas no saber lo que pasaba. ¡Tontos de nosotros! Los hijos de inmediato notan que alguna cosa ha mudado, especialmente si los padres se hablan de forma desencontrada, y con un cierto rencor. Pero creo que fuimos suficientemente adultos para no envolver a nuestras hijas, tan amadas por nosotros, en "cosas de adultos". Yo diría que los niños deben ser tratados como adultos y se les debe explicar lo que pasa entre sus padres, especialmente, cuando la vida es extraña, es decir, cuando vivimos sin los nuestros y sin nadie que nos apoye en la familia alargada.
No puedo llamar a esta parte del texto a analista ninguno, las razones de la falta de unión emotiva, debe ser resuelta por nosotros, especialmente si por medio hay hijos que deben ser criados por la pareja que los puso en este mundo. Como comentaba antes, ser papás es un esfuerzo inmenso, que todo adulto debe tratar con su inteligencia y concesiones, especialmente si son eruditos. Los hijos de los eruditos, son los peores padres, como he observado en mi ya prolongada investigación de más de cuarenta años. El problema, entre otros, es que los padres agarran taimas, es decir, son obstinados, persistentes en sus ideas e sentimientos, insistentes en sus amarguras y alegrías, porfiados en lo que piensan y sienten. La definición es mía, combinando las palabras teima del portugués, stubborn y persistant del inglés, y mis propios conocimientos de lo observado y lo vivido. La taima es, en lo que he observado, una actitud emotiva infantil, que no encuentra alternativa para lo que aborrece a la persona, o para lo que le parece mal de quién lo acompaña. Allí es donde se inventan historias y aparece la taima. Es un concepto quechua, introducido en Chile antes de la llegada de los españoles, y que pasó al castellano, donde de forma activa, como verbo, existe mucho, y de forma pasiva, como sentimiento, es puede esconder o camuflar.
Es mejor acabar el capítulo con una nota alegre. Cuando Eugenia era pequeña, en nuestra primera casa de Edimburgo, Craigentiny Crescent, estaba yo en el piso superior, en el baño a despejar mi vejiga y Eugenia, de apenas un año y pocos meses, que era nuestra grande alegría, especialmente al verla subir las escalas a gatear, agarrada a la baranda, como si fuera una señora gorda que mal podía pasar de un sitio para otro. Andaba siempre tras de mí, como hizo Camila, siete años después, en Vilatuxe de Galicia,: el papá raramente estaba en casa y pasó a ser su grande atracción. Eugenia en ese día de 1969, andaba más rápida y, con esa rapidez nueva y mi hábito de dejar siempre abierta la puerta del baño, Eugenia entró, agarró mi penis, esa novedad para ella, y esa novedad para mí. Nunca me había pasado esa situación y en mi inocencia, no sabía qué hacer, lamé a Gloria, pregunté: ¿Qué hago? Y ella, muerta de la risa, dijo, actúa de forma normal, sino la niña se va a asustar, lo que no vale la pena. Fue lo que hice cuando, siete años después en Vilatuxe, Camila, en nuestra casa grande pero de un piso, entró a correr, se puso entre mis piernas, volvió la cabeza para arriba, y quedó ¡llena de orina del papá! Nos reímos los dos, tanto, que no podíamos parar. Tuve que darle un baño... Vidas divertidas, cuando estamos felices...
sábado, 22 de maio de 2010
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