quinta-feira, 30 de setembro de 2010

Esperanza - una historia de vida -17: por Raúl Iturra

Capítulo 5. Enfermedad y la Gloria Final.




Esta es la historia de la mamá Esperanza. Se fue, para nunca más volver.

Esperanza había recibido su declaración de amor el 13 de Julio de 1942. Aceptó y nuca más dejó de ser amada e servida por su galán, como ella hizo con él. Comenzaron a amarse a sus quince, él tenía diez y ocho. Hizo por ella lo que todos los hombres enamorados hacen cuando realmente aman: la sirvió, la complació, hizo hijos con ellas, dos durante el noviazgo, otros dos, después de casados.

Un día inesperado y no programado, al comienzo del año dos mil, Herminio, por precaución, llevó Esperanza al Hospital. Había observado que a ella se le olvidaban sus trabajos y el nombre de las personas. A lo largo de tres años, ella fue empeorando, no se movía, no limpiaba la casa ni hacía la comida. Tuvo que ser necesario que su nuera Karina comenzara a cocinar. Karina e Miguel, en esa época, vivían en Lalín, pero trataron de colaborar, tal como hizo su hija Pilar, limpiando la casa y tratando de la comida. Miguel y Karina acabaran por ir a vivir para a casa de Herminio y Esperanza. La mamá Esperanza andaba entre las casas vecinas de los otros hijos, sin saber en cual estaba.

Herminio la trató bien, la lavaba, la limpiaba, y en cuanto se dedicaba a estos menesteres, se dio cuenta de cuánto el la amaba, reparación en el momento de su mujer estar doliente: Esperanza había sido, era y lo seguiría siendo el grande amor de su vida. Cuando la muerte se aproximaba, Herminio no salía de casa.

Era una mujer simpática y divertida, que sufrió una muerte que no merecía. No hay dios que ahí se meta. Fue llevada al Hospital por intimación de los hijos, hijos que no dejaban que Herminio la fuera a ver. Fue esa porfía la que no permito que Herminio la visitara o, tan siquiera. Ir a un hospital era como entrar al lugar de una dura muerte. Pero Herminio conocía sus medidas: fue, tomó el cuerpo da su mujer e la llevó a casa, ese cuerpo todo herido y mal tratado. Herminio supo como curarla, hasta que no quedara el rastro más pequeño de ninguna herida…..



Durante tres años, ella fue empeorando, casi no se movía, no limpiaba la casa ni hacía la comida que, entretanto, pasó a ser hecha por su nuera Karina. Karina y Miguel, en esa época, vivían en Lalín. De inmediato trataron de colaborar, tal como lo hiciera también la hija Pilar, casada con Alfonso Batán, padres de Exequiel, que conocí a sus cinco año, vivían en otro Lugar, Donzión, Parroquia de Estivelle esa hija Pilar, venía a limpiar la casa y tratando de dar la comida a su madre.. Miguel e Karina acabaran por ir a vivir para la casa de Herminio e Esperanza. Esperanza andaba entre las casas vecinas de los otros hijos sin saber en cual estaba. Se contemplaba al espejo y preguntaba: ¿quién es esa mujer que está ahí?

Trabajó para ella y su prole, todos los años de su vida, y continúa a trabajar. Esperanza es quién paró: ya ha hecho todo lo que debía y ese tanto qué hacer, se la llevó. Ese veinte y uno de Febrero de 2006.

Esto es lo que sienten sus parientes más próximos, hijos, nueras, yernos y nietos.

Con Carmen no pude hablar. La muerte de su hijo Francisco o Francis, su hijo estaba muy próxima para que nos se tocaran con la muerte de la madre. Ella y Francisco Silva, su marido, me enviaron el siguiente recado con Nieves la mujer de Pepe, ese segundo hijo hecho fuera del matrimonio de sus padres pero nacido dentro del mismo: disculpe Don Raúl, por mucho que lo intente, esas muertes están juntas y ya hemos sufrido tanto por causa de los dos, especialmente por causa de nuestro hijo, que lo quiera o no, sería imposible no juntar esos dolores…y cerraron su negocio en señal de luto…

Ni con Pepe, el segundo hijo, fue posible hablar. Era de la estirpe de sus padres: se levantaba a las cinco de la mañana, entraba en su camión de mercancías, con las que abastecía a varios clientes de los lugares rurales de difícil acceso, pero que él podía llegar, como su padre había llegado a todos los sitios recorridos durante su vida, por causa de su familia. Pepe entraba en su camión, hoy en día con sus 56 años, ese rapaz que conocí casado ya dos años y con una hija nacida en la primera parte del matrimonio. Eran los tiempos...! Eran las costumbres, era el amor que seguía los rastros de la pasión, como he dicho en otros textos míos La influencia del papá había llegado a él y, como su abuelo había hecho con su padre y los materos con su madre, ambos no se enojaran por las llamadas faltas a la ética. La ética era la de ellos, no la de la sociedad, menos aún la de la confesión que decían profesar, la cristiana romana. Todos se decían católicos… a su manera, excepto Esperanza que, en los tiempos que la conocí en los años 70, iba a misa y hacía promesas como relaté al principio de este libro, y Herminio la acompañaba, y en cuanto ella cumplía sus deberes religiosos, nosotros quedábamos en la parte de afuera, a fumar cigarros y con Herminio siempre a contarme sus aventuras y desventuras. En los días en que Pepe iba a ser papá, fueron, él y Nieves, a vivir con ellos. Hablaron antes La casa estaba llena, y tuvieron que ampliarla, entre Herminio y Pepe, con la colaboración de Esperanza, que con la fuerza que tenía, llevaba la argamasa a los constructores, para colocarla dentro de los fierros que, con la argamasa, eran los pilares que sostenían la casa.

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