segunda-feira, 4 de outubro de 2010

Esperanza - una historia de vida-19: por Raúl Iturra

Esta pareja se conocía de vista desde sus diez y ocho años, tiempo en el cual cada uno enamoraba con otra. Fue en la fiesta contada antes, que sin saber ni cómo ni por qué, se enamoraran. En el día en que, como personas serias que son, tomaran conciencia de que ya llevaban cinco meses de enamorar, compartido apenas con personas íntimas, amigos y hermanos, decidieran tornarlo público. Los padres de los dos sabían del caso pero entre ellos no se conocían. Fue así que transcurrió más un año, y estos parásitos del amor pensaron que era el tiempo de presentar las familias y formalizar la relación. Cada uno de esta pareja habló con sus padres pensaran que ya era el tiempo de presentar las familias, lo que fue organizado. La cena descrita antes aconteció, la que tuvo por objetivo formalizar la relación. Esta cena fue en la casa del novio por tener sus padres más edad que los de ella y así no tenían que viajar. Miguel y Karina se preocupaban de sus padres.


Esperanza tubo que preparar la cena, con la colaboración de su hija Olga, la que en esos días pasaba sus ferias en Lodeiron. La conversación giró a los compas del estilo de vida de las dos familias. Esperanza poco habló, las palabras eran orientadas por Herminio, que contaba como había sido su viaje a Venezuela la comparaba con el mismo periplo de los padres de la novia. Fue durante esta conversación, que se fijara el día del matrimonio, el sitio y se hiciera la lista de convidados, que acabó por ser completada con el pasar del tiempo entre el acuerdo nupcial y el matrimonio. Casaran, finalmente, el dia 31 de Agosto de 1996.

A seguir el matrimonio, Miguel perdió su trabajo y Karina comenzó a vender ropa en una tienda. Sin dar por el caso, el tiempo fue pasando, quedaron a vivir en Lodeirón, y nació, dos años después, Isaías que Esperanza no apenas adorara, bien como cuidaba a la crianza, en cuanto sus padres iban al trabajo. Miguel tenía montado una empresa en Lalín y ayudaba a su padre en sus trabajos.

Vivir en la casa de los padres de Miguel, era un alivio para los jóvenes recién casados. Tenían mucho trabajo en Lalín. Esperanza cuidó al nieto durante tres años de una vida que comenzaba a acabar Quien trataba de la higiene del hijo, era Karina: Miguel había abierto una tienda de rebozados e golosinas, que rendía poco dinero por causa del producto no ser muy caro.

En esos días, Esperanza comenzó a mostrar evidentes muestras de enfermedad grave: se perdía dentro y fuera de casa. Karina pasó a ser la dueña de casa. Esperanza evidenciaba señales de dolencia aguda: se perdía, no sabía dónde estaba indispuesta repetía sin cesar sus trabajos de cocina, preparando las mismas comidas, no estaba segura de si había vuelto a vestir las mismas ropas al nieto o si lo había vestido o no, si le había vestido siempre lo mismo, o si la ropa del nieto estaba o no colocada de forma correcta, olvidaba los nombres de las personas del día, recordándose apenas del pasado con pasmosa facilidad. Las etapas que recorrió en su enfermedad fueron rápidas y degenerativas. Toda la familia la veía sufrir, pero el sufrimiento era el de ella y no sabía comunicarlos: no tenía palabras ni conceptos ni miedos de comunicar: era una mente perdida.

A Karina no le importó el hecho de tener que lavarla, vestirla, limpiarla, siempre con la ayuda de su marido Miguel, el hijo preferido de Esperanza, y por el suegro, Herminio. Su tristeza era grande al ver a Esperanza retrocedía en el tiempo, en sus recuerdos y comportamientos, observar que confundía el nombre de sus hijos y recordaba el pasado con facilidad. Karina, hasta el día de hoy, le es imposible olvidar esta historia de degradación, sin se sentir triste y amargada.

El trabajo para ella pasó a ser abundante y pesado, fue aumentado entre la tienda, la casa y los deberes de ser dueña de casa, a pesar de tener siempre el apoyo incansable y abundante de Miguel y el de su suegro. Herminio tenía siempre que dividirse entra el trabajo de la tierra o de su fazenda , como se dice en luso galaico, los deberes de marido con su mujer muy enferma, a la que quería cuidar. Cansar, no se cansaba a pesar de tanto trabajo, como hacer la comida, en turnos con Miguel, fue al hospital durante casi dos meses, hasta el día en que Esperanza volvió a casa. En casa de vuelta era cuidada por los hijos, que se turnaban entre ellos. Pilar venia todos los días. Los días no se contaban, eran uno después del otro, reiterativos y dolorosos, pero era así como ella sabia acompañar cuidar de sus padres.

Cuando Esperanza comenzó a estar muy enferma, estaba Miguel en casa y ella no se entrometía. Pilar la llevaba al médico con su padre y su hermano. Cuando comenzó a perder o sentido do real, Pilar se dio cuenta de que la madre se estaba a destrozar sin querer, casi como si se quisiera libertar de un cuerpo que le dolía. Durante los últimos meses de vida, venía, como todos los hermanos a sujetar a Esperanza. . Herminio era quien se encargaba de ella y la cuidaba, y Esperanza parecía que sentía esa tranquilidad y quedaba quieta, porque la paz entraba con el marido al dormitorio, aún en ese tiempo que ni hablar podía. Era impresionante ver la confianza que Esperanza depositaba en su marido. El estaba desesperado….Para Pilar fue una lección de amor entre dos personas que se amaban profundamente; quedaba feliz de ver como sus padres se habían entregado uno al otro, como se querían, como mostraban esa confianza que había comenzado en el primer día de sus amores, ese día de San Antonio, aún cuando ni palabras podían intercambiar entre ellos, por causa de la enfermedad de Esperanza y la desesperación de Herminio. Esperanza, supone Pilar, esa su madre, nunca pensó que él la pudiera amar tanto. No hablaba, pero en los gestos era posible ver como ella lo amaba y confiaba, siendo que apenas estaba con él, quedaba calma…

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