segunda-feira, 27 de setembro de 2010

Esperanza, una historia de vida -14, por Raúl Iturra

(Continuação)

Como sus nueras, yernos y nietos dicen hoy en día, Esperanza encontró la gloria porque sabía contar historias a sus hijos, les leía, y entretenía a los hijos de Alicia también.


Crió a sus hijos contándoles historias, esa típicas para niños, como les leía libros y los hacía dormir cuando así hablaba, durmiéndose ella también, a veces, por causa de la monotonía de las historias y de su cansancio, pero, como dice Pilar, mi compañera de investigación en Vilatuxe, podría adormecer un poco pero se levantaba enseguida porque había más cosas que hacer en casa. No apenas cuentos de nenos, como se dice niño y niña en el coloquial luso galaico. La mayor parte de las historias que contaba no eran apenas La Caperucita Roja , Pinocho, eran otras que ella inventaba de los acontecimientos de su tierna infancia.

Era la forma que tenía de compensarse de una infancia pobre y soñar con las alternativas de una vida fácil que hubiera llevado, si no existiera el pagamiento del foro y de la aparcería. En las áreas rurales es difícil leer libros de cuento: no hay bibliotecas ni librerías ni libros e las casas. Me atrevería a decir que el imaginario gallego era rico en crear historias para entretener a los niños con historias de viajes, de travesía, de personas de otros colores: eran todas historias orales retiradas del mundo del trabajo o de la historia del país. Como el caso de A História da Carochinha , contadas veces sin fin a los niños y niñas de los países lusos.

Para Historias, existían los príncipes y condes de verdad. Como es el caso da la casa que nos preocupa, de Lemos, que habían enviado a sus parientes Medela a fiscalizar el trabajo de las tierras de una de sus posesiones, las de Vilatuxe.

Esta es la mejor historia, si la supiera, que Esperanza podría contar a sus hijos: su entroncamiento con la casa de Lemos y de Alba

Conde de Lemos es un título de nobleza español, vinculado a la ciudad gallega de Monforte de Lemos. En un principio, el condado de Lemos iba ligado al de Trastámara y al de Sarria, y tenía carácter no hereditario. El condado de Lemos como título autónomo, hereditario y perpetuo comenzó en 1456 con Pedro Álvarez Osorio.

Tradicionalmente ha estado ligado a la familia Castro, según Manuel Murguía, una estirpe "casi real" y según Hermida Balado, el único linaje gallego que pudo haber dado lugar a una saga real. Una de las varias teorías que indagan en el origen de la saga de los Castro, nos remite a los Castro de Castrogeriz como descendientes del rey de Galicia, Don García muerto prisionero en el castillo de Luna en 1090; Don García tendría por hijo a Fernán Ruiz De Castro, que casó con Eilo o María Álvarez (hija de Álvar Fáñez) y tuvieron por hijo a Rodrigo Fernández de Castro, "el Calvo".

(Continua)

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