segunda-feira, 20 de setembro de 2010

Esperanza - una historia de vida - 10, por Raúl Iturra

Me cuenta su padre que Miguel era una persona nerviosa por naturaleza, bien conocían esos padres a sus hijos. Miguel se enervaba por todo y por nada, como su hijo Isaías hoy. Su Señor papá, con su calma proverbial, con serenidad, le indico lo siguiente: recula, viras el tractor para la izquierda, nunca para la derecha. Fue lo que Miguel hizo, pero no lograba salir del problema. Herminio, con santa paciencia, le indicó que saliera de la máquina, se sentó en la máquina de trillar ( debulhadora, en luso galaico) y le condujo al surco en el cual debía ir, la giró, la condujo hasta el final de la finca, volvió a girarla y se la entregó al hijo. Este hijo, solo con observar las actitudes del papá y haber observado son intensidad como se hacía, aprendió a conducirla hasta el día de hoy, lo que he observado este verano de 2010, en que Miguel y su padre, pasaran dos días a afilar la fila de instrumentos de acero que cortan el trigo.


He narrado esta larga historia solo para demostrar cómo es unida una familia de agricultores, como se apoyan unos en los otros, distribuyen el trabajo, hablan poco, conversan apenas cuando las palabras son usadas al trabajo que hacen, y el cariño con el que una generación más nueva aprende de sus padres, para transferir ese saber a sus propios hijos, como en el caso del nieto más nuevo, Isaías, en el caso que hablo. Esta actitud nacía del propio cariño que sentían unos por los otros, el respeto al saber y a la persona que sabe, y no a imágines que podían haber sido adquiridas en la infancia.

La de Herminio y de Esperanza, no fue una infancia feliz. Esperanza, por el intenso trabajo que realizaba en casa de sus padres, un día después del otro, hasta casar con Herminio y realizar esos trabajos en su propio hogar, en frente de sus hijos, para que aprendieran como era la vida de un agricultor

Herminio estuvo poco tiempo con su madre, Adelaida Taín Canda, que había nacido y sido criada en la da Parroquia de Lebozán, lugar de Carrefeito, en donde poseía bienes en tierras y casas. La tierra era mandada cultivar con maíz (milho en luso galaico), batatas, centeno y trigo; tierras llenas de árboles de castaños y vacas usadas para trabajar con los arados y producir leche para la alimentación de la casa y de los trabajadores de sus fincas, bien como colmenas que enmarcaban el paisaje rural, que servían también, de forma paralela, uno de los ingresos en dinero, uno dos ingresos obtenidos en dinero con la venta de la miel. Antonio José, el padre de Herminio la había conocido en una fiesta en Lebozán, se enamoraron y se casaron (la genealogía de la familia de Herminio, pode ser consultada en páginas anteriores).

Doña Adelaida se traslado a vivir en Gondoriz Pequeno, en la casa de la madre de su marido, Doña Marcelina Friol, de la casa de Piñoy. Doña Marcelina se había casado en Gondoriz Pequeño, con Manuel Medela Medela, del mismo lugar, ese hijo sin padre reconocido, aunque yo haya encontrado en los Archivos de la Universidad de Compostela, al padre de los dos hijos de Doña de Jacoba Jesús Maria Medela Gil de la Torre. Todos ellos propietarios de esas tierras y de las que tenían en otros sitios y que pasarían a ser de ellos por causa herencia, o lo eran ya.

D. Adelaida no soportó mucho tiempo vivir en Gondoriz Pequeño, quiso huir de ese sitio, y se transfirió a Uruguay. Fue una emigración casi forzada: habían comprado, ella y su marido, tierras en Gondoriz e era necesario pagarlas, y el dinero en moneda, no era suficiente para cumplir el contrato: era mucha tierra comprada a precios altos. La cantidad de tierra, medida en hectáreas, era entre 8 e 9 hectáreas, es decir entre ocho y nueve mil metros, o, en medidas gallegas, entre 20.8 y 23.4 ferrados, ferrados todos ellos situadas en Gondoriz Pequeño. Tierras vendidas por una tía de Herminio, por parte de padre, Doña Filomena Medela Friol. Hermana que había casado con un propietario de Castro de Baixo, el tío Eugenio, cuyo apellido Herminio no recuerda, entre tantos parientes y con la distancia de los años. Es el motivo por el que las familias viven en sus casas como Grupos Domésticos , excepto en casos de urgencia, como la de nuestros amigos Herminio y Esperanza. La tierra de Gondoriz no le era necesaria y las vendiera al hermano referido, quien, por su vez, las vendiera al referido hermano, el padre de Herminio. Éste acabo por juntarlas a sus tierras, junto con las que había comprado a si hermana Vicenta. Había casado en Castro con un propietario, en consecuencia, la tierra de Gondoriz era importante apenas para Antonio José, que emigrara para los Estados Unidos con otros miembros de la familia, como está relatado en dos libros míos, en esta saga de la familia Medela. D. Adelaida, se empleo en Montevideo como ama de leche, alimentando así a los hijos de las madres que no tenían ese precioso líquido que alimenta a los bebés. Esta pareja estuvo ocho años fuera, en sitios diferentes, hasta juntar el dinero para pagar las tierras que pretendían.

Herminio, que era el bebé de la familia, fue enviado para la casa y tierras de Manuela Canda, casada con Benito Taín, padres de la madre de mi amigo. Herminio vivió con ellos durante siete años, hasta su madre volver, comenzando sus estudios en ese tiempo en la escuela de Vilatuxe, situada en el Lugar de los Carvalhinhos. El tiempo pasó, el rapaz creció, y curso toda la escuela hasta el 6º ano, acabando así sus estudios, porque en Vilatuxe no había más alternativas para estudios secundarios, Bachillerato y académicos. En matemáticas, parecía un mago: le era fácil entenderlas, por otras palabras y como él me ha contado, daba muy bien con ellas. Agrega en nuestras eternas conversaciones: enquanto em literatura não era nenhuma maravilha e escrevia mal, quase gatafunhos. Me gustaba leer novelas y tenía un grave defecto, como él me ha contado a lo largo de todos estos años: começada a leitura, não parava até acabar o livro. Às vezes, passava a noite inteira na leitura e no dia seguinte andava cheio de sono: adormecia nas aulas ou dormia sestas no trabalho . Los abuelos eran muy tolerantes y cariñosos con este nieto mimado, permitiéndole todo tipo de juegos y jugarretas, entre otras, las de nunca trabajar, como todos hacían. Los abuelos maternos eran ricos en tierras, hecho que mi amigo gusta de contar, agregando esta frase: não apenas tiñam terras, como tinham bem delas… como dice en el texto que he denominado Depoimiento de Herminio

Me permito un pequeño comentario: fue su habilidad en matemática lo que le permitía hacer las cuentas ciertas, construir su casa, pagar sus deudas, instruir a Esperanza y pagar las deudas a la familias o otras que tuviera. Fue así que se convirtió en el Sabio Conde Pastor, de Lodeirón… y del grupo de parientes, siendo así el cabezoleiro de la llamada compañía familiar gallega

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