segunda-feira, 13 de setembro de 2010

Esperanza - una historia de vida - 4, por Raúl Iturra

(Continuação)

• El declive de la literatura gallego-portuguesa de alrededor del año 1350


• La centralización administrativa y el control del Reino de Galicia que se da como finalizada, esta sí, con el viaje a Santiago de Compostela de los Reyes Católicos en 1486.

• La asunción del castellano como lengua de las clases altas y de la administración.

Otras medidas que también fueron tomadas por los Reyes Católicos y que pretenden reformar la administración del Reino de Galicia bajo su autoridad son:

• Nombramiento de un Gobernador-Capitán General foráneo plenipotenciario (auténtico virrey).

• Creación de un órgano jurisdiccional para a impartición de la Justicia en el nombre de la Monarquía: La Real Audiencia del Reino de Galicia, presidida por el Gobernador-Capitán General

• Orden de no reconstruir los castillos derrumbados por los irmandiños.

• Integración de los monasterios gallegos en las congregaciones de Castilla y Valladolid.

• El mariscal Pero Pardo de Cela es decapitado en Mondoñedo, lo cual implica la anexión de sus territorios (El Bierzo) en los de la Corona de Castilla; Pedro Madruga, conde de Camiña y Soutomaior es arrinconado en Portugal y, posteriormente, asesinado.

Tras la unificación de los reinos peninsulares que dieron lugar al Reino de España, el órgano de representación del Reino de Galicia fue la Junta do Reyno, creada en 1528. Hasta su disolución este órgano constituyó la expresión política, si bien su existencia como cabía esperar fue poco significativa durante todo el Antiguo Régimen.

Tras la unificación de los reinos peninsulares en la Monarquía Hispánica, el órgano de gobierno del reino de Galicia fue la Junta do Reyno, creada en 1528. Hasta su disolución, este órgano constituyó la expresión política del reino, si bien su existencia fue poco significativa durante todo el Antiguo Régimen. Durante este periodo fue una constante la reivindicación del voto en las Cortes de Castilla, pues el Reino de Galicia estaba representado en ella por la ciudad de Zamora, hecho que se consideraba humillante y deshonroso para el viejo reino. En 1520 una comisión de la nobleza pidió a Carlos I, una vez más, ese derecho, aduciendo que «Galicia estaba sujeta a Zamora, con desdoro y descrédito de su grandeza». La nobleza gallega de la época tenía la creencia de que Zamora ostentaba tal representación («nunca reconocida por Galicia»), a cambio de dinero, y en una de las ocasiones se le ofreció al viejo reino recuperar su voto, a cambio de una suma económica que no fue posible reunir. Lideraron esta reivindicación personajes de la talla de Pedro Fernández De Castro y Andrade, VII conde de Lemos, Alonso III Fonseca o el conde de Gondomar Diego Sarmiento de Acuña. Una Real Carta de Felipe IV acabó concediéndolo en 1623, supeditado a que el Reino de Galicia diese cien mil ducados, que se «aplicarían a la construcción de seis navíos precisamente necesarios en aquella costa».





Escena de la obra Pompas fúnebres del emperador Carlos V, de Jean y Lucas Doetecum (siglo XVI), en la que dos heraldos presentan las armas del Reino de Galicia.

La última ocasión en la que el reino de Galicia mostró una manifestación política fue durante la invasión napoleónica. La amenaza que para el mantenimiento de la hegemonía del clero y la hidalguía gallegas representaba el empuje revolucionario de Napoleón provocaron su rápida reacción actuando como estímulos para la resistencia y la movilización. Con la península bajo dominio napoleónico, la resistencia se organizó en Galicia, combatiendo a las tropas francesas mediante las guerrillas, hasta lograr su expulsión. Finalizado este episodio, la Junta Superior se erigió en expresión política, pero de forma breve, integrándose en poco tiempo y delegando sus competencias en las Cortes de Cádiz, para regresar a su estado anterior de inacción.

El reino de Galicia dejaría de existir formalmente el 30 de noviembre de 1833, fecha en que la regente María Cristina firmaba el decreto de disolución por el que el centralismo liberal en el gobierno suprimía la Junta del Reino. Con este trámite no sólo desaparecía el Reino de Galicia, sino Galicia misma como realidad institucional, ya que los reinos y sus juntas pasaban a ser sustituidas por un modelo de provincias, copiado del modelo francés de departamentos.

Estos son los antecedentes que hacen de Esperanza, una jornalera.

Se nos apoyamos en esa definición, Esperanza y su familia no eran jornaleros, o, si lo eran, eran a tiempo parcial. Ella y su familia arrendaban las tierras que la familia Medela tenía en Vilatuxe. El contrato usado era el de foro o foreros , contrato que hace nacer la ilusión de ser propietarios de las tierras que trabajan, por ser el contrato de larga duración. Como tengo analizado en otros libros, el contrato se pactaba por tres generaciones, o por la vida de tres Papas, o durante el tiempo de vida del fedatario e sus descendientes. Trabajaban al jornal, cuando las cosechas no permitían pagar la renta del foro en productos y el dinero era necesario. Causa que llevaba a Esperanza o a trabajar en tierras de otros y llevar el salario del día, para contribuir con la escasez de la casa paterna. O, como me contara un día en nuestras conversaciones de la comida, en edad muy joven se empleó en la casa de Varela para cuidar al hijo adoptivo de Doña Amparo. Y no solo en esa casa, trabajó como empleada doméstica en las casas de los ricos del pueblo, como la familia Louzão que, en conjunto con los Medela y en esos tiempos, eran los propietarios de todas las tierras de Vilatuxe e de otras, fuera de la parroquia, como Herminio Medela y la familia Louzao, Jaime y Carmelo Louzao Fernández, me contaran en los años 70, esos años de mi primera estadía en la Paroquia de Vilatuxe. Tenían centenas de ferrados, una medida agraria, usada en Galicia, en que cada ferrado tenía una superficie que varía desde 4,288 hasta 6,395 áreas, siendo un área una unidad de superficie equivalente a 100 metros cuadrados. La medida indicaba una cantidad grande de tierra. Si hacemos las cuentas, un ferrado varía entre 428,8 metros cuadrados y 639,5 metros cuadrados. O interesante sería saber cuántos ferrados de tierra tenía cada familia, como he calculado en mí libro Antropología Económica de la Galicia Rural, ya citado.

Para Los Medela, siempre he sido Don Raúl, y hemos hablado siempre en gallego. Estaban habituados a ser lo que eran, y como ese a quién considero mi amigo del alma, Herminio, el Don correspondería a él. Jaime Louzao me llamaba también Don Raúl y yo a él, Don Jaime. La palabra Don, tiene un significado .

(Continua)

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